Es una cafetería -restaurante muy acogedora . La decoración me encanto porque tenía objetos antiguos con un toque vinagre lo que hacía que fuera muy agradable estar allí. La barra de pinchos no defraudaba tampoco. Todos tenían muy buena pinta y parecían algo más elaborados de lo normal. Mi hermana comió uno de pasta filo relleno de calabacín y langostino y dijo que estaba muy rico.
Ya en el comedor nos dispusieron en una mesa de cristal modernísima, con una vajilla muy bonita, cada plato era diferente y tenían un toque reto muy bonito. Respecto a la comida solo disponen de un menú del día que el fin de semana vale 21,90, y la verdad es que está muy bien.
para compartir nos pusieron una tabla enorme de jamón de Teruel y langostinos a la plancha que eran gorditos. Después vinieron los primero y los segundos y para finalizar los postres. En las fotos podéis ver lo que comimos algunos, porque tenía tanta hambre que no hice muchas fotos, ji ji ji.
La comida estaba sabrosa, bien presentada y en buena cantidad.
En general estaba todo genial, comimos muy bien y disfrutamos de un día más en familia.